En los meses de invierno, conseguir un hogar cálido y sin derrochar energía ni aumentar la factura es posible con una combinación de estrategias sencillas y sostenibles. Según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE), la temperatura ideal para el confort en invierno está entre 21 °C y 23 °C durante el día, y alrededor de 17 °C por la noche. Además, mantener una humedad relativa entre el 40 % y 50 % es esencial para garantizar la calidad del aire interior.
Aislamiento térmico, la clave del ahorro
Un buen aislamiento térmico es fundamental para retener el calor generado y evitar fugas de energía. Sin un aislamiento adecuado, hasta el 80 % del calor puede perderse a través de paredes, ventanas, techos y suelos. Para minimizar estas pérdidas, es importante sellar puertas y ventanas con burletes, reparar grietas, y utilizar materiales de calidad en techos y paredes. Estas mejoras pueden traducirse en un ahorro del 25 % al 30 % en la factura energética anual.
Ventilación y aprovechamiento de la luz solar
Aunque la ventilación es necesaria para renovar el aire, debe realizarse de manera eficiente para evitar pérdidas innecesarias de calor. Se recomienda ventilar durante unos 10 minutos al mediodía, cuando las temperaturas son más altas. Durante el día, aprovechar al máximo la luz solar subiendo persianas y abriendo cortinas ayuda a calentar naturalmente el hogar. Por la noche, cerrar persianas y cortinas térmicas ayuda a conservar el calor.
Estrategias para optimizar la calefacción
Instalar un termostato digital es una herramienta clave para controlar y automatizar el uso de la calefacción, ajustándola a las necesidades de cada momento. Apagar la calefacción por la noche, especialmente si el aislamiento es bueno, y encenderla nuevamente por la mañana es una práctica eficiente. En ausencias cortas, lo ideal es reducir la temperatura al mínimo en lugar de apagarla por completo para evitar un gasto mayor al recalentar el hogar.
Complementos para el confort térmico
Pequeños detalles, como usar alfombras de materiales cálidos para aislar el suelo, contribuyen al confort y reducen la pérdida de calor. Las cortinas térmicas también son una opción eficaz para minimizar corrientes de aire y mejorar el aislamiento, especialmente si las ventanas no son del todo herméticas.
Con estas prácticas, es posible mantener una temperatura ideal en casa durante el invierno, reduciendo el consumo energético y contribuyendo a la sostenibilidad sin renunciar al confort.